Nuestra Historia
17 de abril de 2020 2024-03-22 3:10Nuestra Historia
Soy Derla Torres Llavén y esta es mi historia:
En junio de
fui diagnosticada con cáncer de mama.
Fui sometida a cirugía de mama conservadora en agosto y finalmente en septiembre, mi Oncóloga medica me dio una noticia que no esperaba y que no quería escuchar: sería necesario recibir quimioterapias.
Tras la evaluación de los resultados de patología post-cirugía,
se me indicó que debía recibir 4 quimioterapias con Doxorrubicina y Ciclofosfamida, iniciando el 10 de octubre. Ese día, sentí algo que no puedo explicar, tenía mucho miedo de recibir quimioterapias, aunque sabía que debía hacerlo, que debía de ser fuerte por mí y mi familia.
Durante mis momentos de angustia y desesperación, recordé que había visto que una actriz mexicana había utilizado una técnica paliativa para prevenir la caída del cabello, gorros fríos; ya que una de las cosas que más impone al enfrentarse a las quimioterapias no es solamente los síntomas que sufres, sino también tu aspecto físico, ¿sentirte mal y además verte mal?
Era algo que pasaba por mi mente, algo que me aquejaba y me empujaba a investigar por horas, por días sobre los gorros, hasta que llegué a una página Europea que vendía los gorros fríos y que además podían enviármelos a tiempo. La página no tenía mucha información, no explicaba con exactitud como preparar los gorros antes de usarlos. Con muchas dudas, pero aun así los pedí.
Entre mi investigación y pedir la autorización de mi Oncóloga decidí utilizar esos gorros fríos, cuestión a la que mi medica accedió pues a pesar de no ser común su uso en México, sabía de su existencia diciéndome que de ninguna forma interferían con mi tratamiento.
Ya con los gorros fríos y con muchas esperanzas, pedí en el hospital que me autorizaran llevarlos en una nevera y que mi familiar me ayudara a utilizarlos durante las quimioterapias.
Entre los días 14 y 15 después de la primera quimio
se suponía que debía ocurrir la caída del cabello, pero llegaron esos días y no sucedió. Para la tercera quimio, tenía casi todo el cabello, aunque se me caía mucho (en exceso), después de la cuarta quimioterapia, ya había perdido más cabello en la parte superior (entre un sesenta y setenta por ciento); aunque de la mitad hacia abajo de la cabeza, la caída había sido muy poca o casi nada. Estaba muy feliz, pero sobre todo sorprendida de que los gorros fríos hayan funcionado parcialmente.
Es así que maravillada por su funcionamiento, estaba sorprendida no solo por los resultados sino por el hecho de que casi nadie conocía de su existencia. De ese modo, sentí que debía ayudar a otras personas que tienen que atravesar por lo que yo viví.
Por ello, me obsesioné con investigar más
analizar sus características y me di cuenta de que si bien fueron funcionales, había mucho por cambiar para tener aún mejores resultados. Por ejemplo, su construcción no era la adecuada para llegar a cubrir al cien por ciento la cabeza, el frio no tenía un alcance adecuado y uniforme en la parte superior, entre otras cosas.
Fue por lo anterior que decidí diseñar un nuevo modelo de gorro frío que de forma más eficiente pudiera ayudar a más personas para prevenir la caída de su cabello ante el difícil proceso de ser sometido a quimioterapias. Así, inició el proceso para que ahora, pueda presentarle los Gorros Fríos Llavén para prevenir la caída del cabello.
Los Gorros Fríos Llavén, llevan este nombre en dedicatoria a mi madre Lisley del Socorro Llavén Polanco quien falleció a los 63 años de cáncer de mama en 2014, un cáncer ante el que desgraciadamente ya no se pudo hacer nada.
Ante mi lucha contra el cáncer nunca sabre ¿porque me tuvo que pasar a mí?, pero si aprendí que hay un ¿para qué?, y estoy convencida que para ayudar a otras personas, que como yo, tienen que enfrentar una doble lucha: con el cáncer y con el espejo.
Tras la evaluación de los resultados de patología post-cirugía,
se me indicó que debía recibir 4 quimioterapias con Doxorrubicina y Ciclofosfamida, iniciando el 10 de octubre. Ese día, sentí algo que no puedo explicar, tenía mucho miedo de recibir quimioterapias, aunque sabía que debía hacerlo, que debía de ser fuerte por mí y mi familia.
Durante mis momentos de angustia y desesperación, recordé que había visto que una actriz mexicana había utilizado una técnica paliativa para prevenir la caída del cabello, gorros fríos; ya que una de las cosas que más impone al enfrentarse a las quimioterapias no es solamente los síntomas que sufres, sino también tu aspecto físico, ¿sentirte mal y además verte mal?
Era algo que pasaba por mi mente, algo que me aquejaba y me empujaba a investigar por horas, por días sobre los gorros, hasta que llegué a una página Europea que vendía los gorros fríos y que además podían enviármelos a tiempo. La página no tenía mucha información, no explicaba con exactitud como preparar los gorros antes de usarlos. Con muchas dudas, pero aun así los pedí.
Entre mi investigación y pedir la autorización de mi Oncóloga decidí utilizar esos gorros fríos, cuestión a la que mi medica accedió pues a pesar de no ser común su uso en México, sabía de su existencia diciéndome que de ninguna forma interferían con mi tratamiento.
Ya con los gorros fríos y con muchas esperanzas, pedí en el hospital que me autorizaran llevarlos en una nevera y que mi familiar me ayudara a utilizarlos durante las quimioterapias.
Entre los días 14 y 15 después de la primera quimio
se suponía que debía ocurrir la caída del cabello, pero llegaron esos días y no sucedió. Para la tercera quimio, tenía casi todo el cabello, aunque se me caía mucho (en exceso), después de la cuarta quimioterapia, ya había perdido más cabello en la parte superior (entre un sesenta y setenta por ciento); aunque de la mitad hacia abajo de la cabeza, la caída había sido muy poca o casi nada. Estaba muy feliz, pero sobre todo sorprendida de que los gorros fríos hayan funcionado parcialmente.
Es así que maravillada por su funcionamiento, estaba sorprendida no solo por los resultados sino por el hecho de que casi nadie conocía de su existencia. De ese modo, sentí que debía ayudar a otras personas que tienen que atravesar por lo que yo viví.
Por ello, me obsesioné con investigar más
analizar sus características y me di cuenta de que si bien fueron funcionales, había mucho por cambiar para tener aún mejores resultados. Por ejemplo, su construcción no era la adecuada para llegar a cubrir al cien por ciento la cabeza, el frio no tenía un alcance adecuado y uniforme en la parte superior, entre otras cosas.
Fue por lo anterior que decidí diseñar un nuevo modelo de gorro frío que de forma más eficiente pudiera ayudar a más personas para prevenir la caída de su cabello ante el difícil proceso de ser sometido a quimioterapias. Así, inició el proceso para que ahora, pueda presentarle los Gorros Fríos Llavén para prevenir la caída del cabello.
Los Gorros Fríos Llavén, llevan este nombre en dedicatoria a mi madre Lisley del Socorro Llavén Polanco quien falleció a los 63 años de cáncer de mama en 2014, un cáncer ante el que desgraciadamente ya no se pudo hacer nada.
Ante mi lucha contra el cáncer nunca sabre ¿porque me tuvo que pasar a mí?, pero si aprendí que hay un ¿para qué?, y estoy convencida que para ayudar a otras personas, que como yo, tienen que enfrentar una doble lucha: con el cáncer y con el espejo.
Algunos testimonios de nuestros usuarios
Comodidad primero
Ana Sánchez
Paciencia y persistencia
María López
Preparación
Laura Rodríguez
Comunicación
Carmen Morales
Cuidado del cuero cabelludo
Isabel Martínez
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Isabel Martínez
Nuestro Compromiso
Enfocados en mejorar la calidad de vida de los pacientes de quimioterapia, nos comprometemos a innovar y diseñar gorros fríos eficientes para prevenir la caída del cabello.